Sustentabilidad Temperatura de Confort


El organismo humano tiene un sistema termorregulador que mantiene su temperatura en 37 °C. Para ello el metabolismo (producto de los alimentos que se ingieren) genera energía en cantidad tal, que hace frente a las pérdidas térmicas del cuerpo más la energía gastada en actividad física. Si esas pérdidas se salen de cierto rango, hacen que el organismo se sienta cada vez más incómodo, tanto más cuanto más distante esté del equilibrio térmico. Si la temperatura ambiente sube demasiado (climas tropicales) el organismo siente calor y transpira. La evaporación del sudor roba calor a la piel, a razón de 540 calorías por gramo de sudor evaporado, lo cual enfría la piel equilibrando la situación de exceso de calor. Por el contrario, si la sensación de temperatura es baja (climas fríos) el organismo no tiene otro mecanismo que no sea gastar más energía interna para compensar la sensación de frío. Pero este mecanismo es relativamente más lento que la transpiración y más costoso para la biología del organismo.

El calor que pierde el cuerpo hacia el exterior depende principalmente de dos factores:

- Temperatura del aire circulante

- Temperatura radiante de los muros y objetos que nos rodeanEsta sensación térmica se ve afectada por la humedad del aire (mejor dicho su sequedad) y por el movimiento del aire alrededor del cuerpo. Este último factor es influenciado por la vestimenta que dificulta las pérdidas por convección y radiación. Por eso en verano se prefieren ropas livianas y en invierno, gruesas. En resumen, la sensación térmica, llamada comúnmente Temperatura de Confort, depende de 4 factores bien definidos:

- Temperatura del aire

- Temperatura superficial de los elementos interiores

-  Humedad del aire

-  Velocidad del aire

De estos factores, el único que no depende del aire, es la temperatura superficial

Se ha comprobado en la práctica que influye desfavorablemente cuando se aparta más de 3 °C en más o en menos de la temperatura del aire. Por ejemplo, si la temperatura del aire es 2 °C, la temperatura superficial interior no debe ser inferior a 17 °C ni superior a 23 °C. De lo contrario se siente frío o calor, respectivamente, sobre la piel desde la superficie radiante en cuestión (el caso típico se produce cuando uno se ubica frente a una ventana, en invierno se siente frío y en verano, calor).



¿Cuál es la temperatura del aire a la cual el cuerpo humano se siente en equilibrio térmico?

En los países desarrollados se han hecho miles de experiencias para conocerla y el resultado es aproximadamente 20 °C o bien su equivalente 68 °F (a esta temperatura se le llama temperatura normal). Se han encontrado pequeñas diferencias entre mujeres y hombres, entre niños y adultos, entre gente del sur y del norte, entre gente que se alimenta principalmente de carbohidratos o de proteínas, etc. Sin embargo, estas diferencias no superan los 2 °C, siempre que la humedad del aire no sea ni alta ni baja (50 – 60%) y la velocidad, un metro por segundo, todo esto con una vestimenta de tipo medio. Pero variaciones de la velocidad del aire y de la humedad relativa por sobre los límites señalados, hacen variar la temperatura de confort, de modo que se produce una “sensación térmica” distinta a la que marca un termómetro común y corriente.

El movimiento del aire influye porque a mayor velocidad se activa la evaporación del sudor sobre la piel con lo cual ésta se enfría, dando la impresión de que la temperatura ambiente es menor. En cambio, la humedad del aire influye inversamente porque a mayor humedad hay más dificultad para evaporar ese sudor, con lo cual la sensación térmica sube. Sin embargo, estas variaciones no son muy marcadas porque la velocidad del aire no se puede aumentar desmesuradamente en el interior de los edificios ni disminuir la humedad a voluntad. Así pues se considera un movimiento del aire inferior a 1.0 m/s y una humedad relativa comprendida entre 35 y 75%. Bajo estas condiciones el organismo humano se siente en equilibrio térmico cuando el aire a su alrededor es de aproximadamente 20 + - 2 °C.

Mantener la temperatura al interior de las viviendas y edificios es fácil cuando el clima es benigno, pero no lo es cuando el clima es frío porque en tal caso hay que forzosamente producir calor adicional en forma de calefacción. Tampoco lo es cuando el clima es demasiado caluroso porque hay que refrigerar.

Los gastos en calefacción constituyen un oneroso gasto para las familias, gastos que pueden disminuirse apreciablemente si se dificultan las fugas de calor a través de muros y techos, siempre que se aíslen adecuadamente, lo que se consigue por medio de materiales aislantes térmicos que actúan pasivamente, vale decir, por presencia.

 Estas  aislaciones, si son adecuadamente diseñadas, cumplen varias funciones, a saber:

a) Frenan las fugas de calor (ahorro de energía) ayudando a mantener la temperatura de confort más estable y regular.

b) Permiten conseguir temperaturas superficiales radiante de los muros envolventes, necesarias para el confort (entre 17 y 23°C).

c) Evita, por la mima razón anterior, que se produzca condensación en los muros perimetrales y en los techos (cielos) previniendo sus efectos nocivos para el edificio y para la higiene ambiental.

d) Disminuye las manchas de hongos que se producen en las terminaciones interiores a causa de “puentes térmicos” que “dibujan” la estructura interior, especialmente en los cielos de planchas de yeso-cartón.

e) Elimina los puentes térmicos formados por estructuras más o menos conductoras (caso de  perfiles metálicos u otros) en muros envolventes y en techos.

f) Ayuda a mantener un mejor equilibrio higrotérmico con el ambiente, mejorando los niveles de salud de sus habitantes, al disminuir la ocurrencia de enfermedades, especialmente resfríos  o enfermedades bronco pulmonares, que muchas veces gatillan a otras más graves.

g) A nivel país disminuyen los gastos de salud.

h) A nivel país disminuye la importación de energéticos de uso en viviendas, especialmente petróleo y gas.